27 nov 2008

Noti-Cable: CERRO BODY CHANNEL

Así es, como lo leen, la señal colombiana, ha dejado de existir, y acontinuación publicaremos un informe de ELESPECTADOR.COM:
De cómo un escenario de televisión fue el abrebocas del propietario de la comercializadora para hacerse conocido. El socio de Murcia, Daniel Ángel Rueda, quería posicionar el canal en toda América Latina.
El canal Body Channel Alicia Machado, ex Miss Universo, en el lanzamiento de Body Channel en Santa Marta. La acompaña Francisco Saade, productor del canal.

En octubre de 2006 Santa Marta vivió una fiesta memorable. Durante dos días, con sus respectivas noches, el hotel Irotama de Santa Marta fue el escenario escogido por los directivos del canal Body Channel, entre ellos el detenido socio de David Murcia, Daniel Ángel, para hacer su lanzamiento oficial. Más de 300 invitados de la crema y nata del entretenimiento llegaron desde Bogotá, principalmente, y de otros países como Perú, Ecuador, Panamá y Venezuela.

Fueron días de desfiles de moda con algunas de las más prestigiosas top models colombianas, cenas concurridas con diseñadores de vieja data y periodistas y parrandas en los más exclusivos sitios de rumba nocturna de la ciudad. La atracción principal del evento fue la presencia de Alicia Machado, la polémica ex Miss Universo venezolana que se convirtió, de lejos, en la estrella de esos jubilosos días de derroche y glamour.

También estuvieron como invitados diseñadores de la talla de Páez y Minaya o Alfredo Barraza, y contó con modelos como Julieta Piñeres, Tatiana de los Ríos y Carolina Guerra. Igualmente, fueron convocadas prominentes familias y personajes del rancio abolengo samario que aceptaron asistir empujados más por la parafernalia que precedía el publicitado encuentro. “Fuimos por curiosidad y cuando entramos al desfile nos quedamos aterrados porque nunca habíamos visto un despliegue igual. La pasarela era toda en blanco. Larguísima. La tarima estaba dispuesta para que las más cotizadas modelos interactuaran al mismo tiempo”, contó a El Espectador uno de los asistentes.

El anfitrión fue Francisco Saade, productor ejecutivo de Body Channel, un prometedor espacio destinado a convertirse en el escenario de lujo de “la estética”, con top models, diseñadores, estilistas y fotógrafos. “Tenemos corresponsales también en Nueva York, Barcelona, Argentina y en los mejores centros de moda del mundo”, dijo Saade en el lanzamiento del canal en Buenos Aires, días después, a donde viajó, como era de esperarse, en compañía de las más finas y despampanantes modelos. En la capital Argentina Body Channel fue un verdadero suceso. Nadie llegó a sospechar anomalía alguna.

El canal, que fijó su sede principal en Bogotá en la diagonal 48 N° 19-70, prometía abrir las puertas a la moda, la belleza, los cubrimientos de las más pomposas pasarelas y fashion week de Colombia y el mundo, según repetía Saade a boca llena. La emisión de su programación era en formato digital y dentro de su portafolio de servicios ofrecía alquiler de flyaway, producción y posproducción de televisión. El mundillo de la moda, tan restringido y excluyente, vio con buenos ojos la creación de este espacio porque además consideraban que era necesario tener un escenario ideal para proyectar las intimidades de la industria.

A juzgar por la ostentación de la que hizo gala Body Channel ese fin de semana en Santa Marta, todo parecía indicar que este canal daría mucho de qué hablar y que cada paso que daría en el futuro sería noticia. Y lo fue. Muy pronto se hizo público que Body Channel pagaba sumas cercanas a los 10 mil dólares a las modelos como Natalia París, y presentadoras que dirigían el programa desde algunas ciudades latinoamericanas como Panamá, que era uno de los destinos preferidos de los productores para sus emisiones. Igualmente, Body Channel corría con los gastos de alimentación y hospedaje en los hoteles a donde llegaran.

Body Channel empezó con pie derecho, sin sospecha alguna, y logró fichar cuatro afamadas modelos que se convirtieron en la imagen del canal. Los rostros de Julieta Piñeres, Juliana Vásquez, Vanesa Peláez y Karen Gaurisas empezaron a ser familiares para los televidentes, que seguían el canal con entusiasmo. La marca se posicionaba a velocidades insospechadas. En la fiesta de lanzamiento del canal, los directivos llevaron la pasarela desde Bogotá y no ahorraron gastos en luces o el montaje del desfile central que fue cubierto por la mayoría de medios nacionales con una expectativa sin precedentes.

De hecho, en la noche inaugural, los invitados fueron agasajados en una fiesta estilo lounge, al compás de la música electrónica a la orilla del mar, con grandes sillas y sofás decorados en blanco. Hasta entonces todo era una fiesta y sólo había trascendido que la junta directiva del canal estaba integrada por el promisorio empresario Daniel Ángel Rueda y los ejecutivos José Luis Arzuaga y Francisco Saade Granados. Este último se supo en medio de la parranda, había adelantado estudios de cine.

Con el paso del tiempo, Daniel Ángel Rueda cobró un protagonismo mayúsculo. Públicamente era reconocido como el representante de Body Channel. Tenía aires de estrellato. No lo ocultaba. Era evidente el encantamiento que sentía por la televisión, pasión que compartía plenamente con el hoy procesado David Murcia Guzmán, el gran promotor a la sombra de Body Channel, que soñaba con expandir la señal de este nuevo canal a toda América Latina. A la postre, sin embargo, el espacio sólo fue retransmitido en cuatro países centroamericanos y su bombo fue desinflándose a destiempos.

“En una época intentaron llevar sus emisiones a México, desde donde me pidieron algunos conceptos sobre este canal. Yo les dije que en el medio colombiano había muchas reservas sobre Body Channel, que nadie tenía claridad quiénes eran sus propietarios o de dónde habían salido. Al final, supe que México les negó la petición para extender su negocio”, contó a El Espectador un afamado productor colombiano que pidió no ser identificado.

Después del lanzamiento de Body Channel, en octubre de 2006, se supo también que a sus empleados les pagaban salarios exorbitantes que excedían por mucho los topes regulares de pagos establecidos durante años por las programadoras tradicionales. “El más bajo era de $2 millones y les pagaban cada 15 días en efectivo”, relató otra fuente que conoció de cerca el funcionamiento del sofisticado canal Body Channel. “Más allá de quién fuera su dueño, lo cierto es que la emisión al aire era impecable. Tenían muy buenos recursos gráficos y la propuesta era interesantísima”, reconoció un experto en televisión que supo de cerca el ‘parto’ de Body Channel.

Pero si Daniel Ángel Rueda se regodeaba de su éxito televisivo, su socio y compañero de andanzas, el hoy detenido David Murcia, se sentía cumpliendo un sueño de toda la vida. No era para menos. Murcia, en tiempos de vacas flacas apenas logró ser asistente de cámara. Devengaba entonces un salario de poco más de $300 mil, un sueldo insignificante para sus aspiraciones venideras de lujos excesivos y derroche de nuevo rico. Fue cuando cumplió la ensoñación de administrar como le vino en gana su propio canal, engordó sus arcas untándose de costado con ese garbo y refinamiento que urgía para acreditarse sin despertar recelo para lavar dinero a sus anchas.

Por su parte, para Daniel Ángel, que no necesitaba ni de lo uno ni de lo otro, Body Channel significaba su realización. Siendo un adolescente asistía con fervor a las grabaciones de la serie Escalona, protagonizada por Carlos Vives, uno de sus mejores amigos en la actualidad. Hace año y medio Vives y sus músicos amenizaron su ostentosa boda con una reconocida mujer de Ibagué. La fiesta, dicen, fue memorable. Su vida social, no obstante, animaba rumores y era fértil en sospechas. Paralelamente a su prometedor emporio industrial, su desmedido e inexplicable patrimonio generaba recelos.

Él daba una y mil explicaciones. Lanzaba voces de tranquilidad. Seguía manteniendo su ampuloso estilo de vida. No faltaba a fiesta alguna en Cartagena y Bogotá. Pero cayó en el escandaloso episodio de DMG. Se lo tragó su ambición. Junto con Murcia ocupa una celda fría en La Picota mientras Body Channel se desvanece sin más ni más en el entretanto de la controversia. Fue un espejismo. Dinero fácil que circulaba a raudales. Es el epílogo de un negocio que definitivamente no podía ser tan bueno como predicaban las ilusas gentes que llegaron prácticamente a venerarlo como en los tiempos bíblicos de la multiplicación de los peces.

  • María del Rosario Arrázola | EL ESPECTADOR

1 comentario:

Anónimo dijo...

sigamos viendo rcn y caracol eso si es tv...................